En un mercado sano y competitivo, las empresas compiten de manera justa para ofrecer mejores productos y servicios a los consumidores. Sin embargo, cuando algunos actores incurren en prácticas restrictivas de la competencia, no solo afectan a sus competidores, sino que también perjudican a los consumidores y al desarrollo económico del país. En Colombia, estas prácticas están reguladas por la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), que se encarga de vigilar y sancionar a quienes infringen las normas de libre competencia.
Las prácticas restrictivas de la competencia son aquellas acciones llevadas a cabo por empresas o agentes del mercado que limitan, restringen o distorsionan la competencia de manera injustificada. Estas prácticas pueden ser unilaterales o derivadas de acuerdos entre competidores, y su objetivo es consolidar o fortalecer una posición de dominio de manera ilegítima, en detrimento del bienestar general del mercado.
Las prácticas restrictivas se dividen en dos grandes categorías: prácticas colusorias y abuso de posición dominante. Las Prácticas Colusorias ocurren cuando dos o más empresas acuerdan entre sí condiciones que afectan la libre competencia. Algunos ejemplos son: (i) Carteles empresariales: Cuando empresas acuerdan fijar precios, repartirse mercados o limitar la producción. (ii) Licitaciones fraudulentas: Empresas que se ponen de acuerdo para manipular procesos de contratación pública. Por su parte, El Abuso de Posición Dominante se presenta cuando una empresa con una posición fuerte en el mercado abusa de su poder para excluir competidores o imponer condiciones injustas. Algunos ejemplos incluyen: (i) Precios predatorios: Vender a precios artificialmente bajos para sacar a competidores del mercado. (ii) Ventas atadas: Obligar a los consumidores a comprar un producto como condición para adquirir otro.
Las prácticas restrictivas generan efectos negativos tanto en el mercado como en los agentes económicos, en el mercado distorsionan la competencia, reducen la innovación y afectan la eficiencia económica; para los consumidores limitan opciones, generan precios artificialmente altos y reducen la calidad de los bienes y servicios; y para las empresas infractoras, además de generar sanciones económicas, tanto para estas como para sus administradores, pueden sufrir daños reputacionales y perder oportunidades de negocio.
En Colombia, la Superintendencia de Industria y Comercio tiene la facultad de imponer sanciones severas a quienes infringen las normas de libre competencia. Estas sanciones pueden incluir desde multas de hasta 100.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes (Smlmv) para las empresas infractoras y hasta 2.000 Smlmv para personas naturales responsables, así como sanciones administrativas como la inhabilitación para contratar con el Estado.
Las prácticas restrictivas de la competencia no solo son ilegales, sino que también afectan la dinámica económica del país. Es fundamental que las empresas actúen con transparencia y ética, y que los consumidores y autoridades estén alerta para denunciar y prevenir estas conductas. Solo así podremos garantizar un mercado competitivo y justo que beneficie a todos los colombianos.
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